martes, 9 de agosto de 2011

Ubuntu 11.04 y su nuevo escritorio

No me gusta. Así de claro lo digo: no me gusta nada.
El tener que andar buscando las aplicaciones a través de iconos grandotes está muy bien para aquellos que tienen dispositivos móviles (léase IPhone y demás), pero para trabajar en un ordenador yo prefiero los menús desplegables de toda la vida.
¿Antiguo? Puede ser, aunque si lo fuera aún seguiría con aquel Red Hat 6 con el que conocí Linux hace ya unos días. El caso es que actualicé (vale, hice un “upgrade”, para ser moderno) en mi portátil desde la 10.04 que iba como un tiro a la 11.04 (para seguir siendo moderno) pero no me termina de convencer.

De entrada el escritorio, ese Unity según dicen diseñado para miniportátiles con pantalla táctil e iconos “ipodianos” que no me han entrado bien por el ojo; y después me parece que tarda una eternidad en cargar y estar operativo, aunque eso es posiblemente subjetivo si tenemos en cuenta el poco atractivo visual una vez arrancado.
Debido a eso me he decidido a investigar por ahí para quitar de enmedio a Unity y volver al escritorio de Ubuntu tradicional, lo que he hecho justo antes de escribir esta entrada en la que os cuento como se hace; y es muy simple.
Comenzamos haciendo clic en el icono de la esquina superior derecha de la pantalla (el de apagar y demás opciones) y en el menú que se despliega (¿lo véis? el menú se despliega, no salen dibujitos) seleccionamos “configuración del sistema” -la última opción. Nos sale una ventana emergente con el centro de control, y ahí seleccionamos en la columna de la izquierda la opción de sistema, y de aquí la de “pantalla de acceso”. Una nueva ventana emergente en la que pulsamos el botón Desbloquear y nos aparece una tercera ventana emergente para que nos autentiquemos ya que hay una aplicación que a la que nosotros hemos llamado para que realice cambios en el sistema. Introducimos la contraseña de nuestro usuario en la caja de texto y aceptamos. Volvemos a la ventana de configuración de la pantalla de acceso, en la que pulsamos de nuevo el botón de desbloquear y elegimos, al fondo de la ventana la opción de Ubuntu Clásico como predeterminada. Aceptamos, cerramos el centro de control, reiniciamos el equipo y ¡voilà!, tenemos nuestro escritorio “antiguo”.
Y lo a gustito que estoy con el. Ya llegará el tiempo de cambiar, ya, pero antes ha de mejorar mucho lo presente y Unity, desde mi punto de vista, no lo hace ni tan siquiera un poco. Pero seguro que hay muchas otras personas a las que sí gusta, y como dice el refrán: para gustos…

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